El sol es un apóstrofo encorvado,
un barco navegando a la deriva,
principio de este agosto sin saliva,
la yesca de tu cuerpo en el juzgado.
Escúchenme, señores del jurado:
lo juro, por activa o por pasiva,
me mata este calor que se cultiva
quemando en el infierno mis pecados.
Las tardes de lujuria son la espina
clavada y la antesala de tus juegos
en días de verano con rutina
que alejan la crisálida de tu ego.
Disfruta, ríe y baila, bailarina,
que a mí me tienes preso entre tu fuego.©
La puerta se quedaba entreabierta
pero nunca se marchaba del todo,
mis ganas le buscaban acomodo
pero ella no aceptaba mis ofertas.
Soñaba viejos sueños y aun despierta
me enseñaba su postal en un recodo,
volviendo a su portal del mismo modo,
llorando despeinada y boquiabierta.
Jamás me la encontré desde aquel día,
y miento si les digo que llovía,
sus lágrimas mojaban mi canción…
… y siento que ojalá me eches de menos.
¿por qué mi pensamiento más obsceno
tan solo es una cruel contradicción?©
Es cierto que has cambiado tu pasado,
que solo la verdad se manifiesta
rompiendo monopolios en tu fiesta
de un tiempo escrito en blanco… y a tu lado.
Lamento que un poeta acostumbrado
a hacer de los agravios una apuesta,
quemando pentagramas de una orquesta,
se beba un nuevo verso fracasado.
Me sobran dos tercetos consonantes,
y algún que otro cuarteto allá en tu alcoba
al ver que te aproximas con tesón.
Y cuento tus lunares, como amante
que marca el territorio de una loba
que lentamente pierde el camisón.©
Me mientes sin faltar a la verdad,
queriendo mal después de haber querido
contarme un cuento falso y sin sentido
en doce escenas tristes sin piedad.
Escapas de un averno en la ciudad,
te juegas el amante y el marido,
perdiendo aquella apuesta en lo prohibido
que cierra puertas sin necesidad.
Estás perdida y sabes que tu instinto
es pura coincidencia, una utopía,
un sueño, una quimera sin final.
Te aburres al salir del laberinto,
presumes de disfraz de vil arpía,
tus besos son de amor profesional.©
