El brillo de tus ojos deslumbrantes
renacen mi deseo y mi apetencia,
mis ganas de quererte en penitencia
cautivo en el pecado de un instante.
Tu bella flor me mata y arrogante
provoca en mí un estado de emergencia,
el miedo a no aceptar las consecuencias
y odiar como se quieren los amantes.
El círculo se rompe y en tus manos
mis besos se convierten en plegarias
que viajan hacia el mar de tu pasión.
Ya sé que nuestros Dioses son paganos
y a veces tú me llevas la contraria
mintiéndome con la imaginación.©