Dulcinea se fuga del Toboso,
prepara sus maletas a escondidas,
le espera un Don Quijote misterioso
y un noble Rocinante en la partida.
Pasó una mala vida con su esposo,
un pobre comerciante de bebidas
que abusa demasiado del reposo
y engulle con la rabia contenida.
La ropa está tendida en los balcones,
el suelo sin fregar por las esquinas…
mujer, el cuento acaba de empezar.
En casa es él quien lleva pantalones
pero una flor ataca con espinas…
tu suerte no está en manos del azar.©
Imagen: Junior Miguel Farías