Yo tengo un corazón de porcelana
que a veces sufre infartos de insolencia.
Se rompe en mil pedazos, sus latidos
se niegan a bailar esta canción.
Se para algunas veces por semana
mostrándome además su indiferencia,
robándome los tiempos y el sentido
que cambia y adolece de ilusión.
Me avisa que no hay besos que me curen
del cierzo seco y húmedo del norte
que llega con el frío, que sus manos
son causa de mi leve indecisión.
No quiero matasanos que aseguren
que enfermo de un amor sin pasaporte
prohibido, como un Dios de los paganos
que mata de agonía en mi prisión.
Prefiero ser la luz que ven tus ojos,
el verso que se escribe mal y a ciegas,
el sexo de una noche sin pasión.
Prefiero ser la envidia de tu antojo,
la risa de tus noches veraniegas,
la prisa de un cardiólogo en acción.©
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