El niño está durmiendo en el pesebre,
su padre está velando las estrellas…
se temen un desahucio con querellas,
no tienen más papeles que una liebre.
María hace un puchero con la fiebre
del Ángel de la guarda, está muy bella,
sus lágrimas son rayos y centellas
que alumbran, aunque el candelero quiebre.
Jesús, que tiene frío, busca el llanto…
rebuzna el asno, muge el buey, de lejos
se ven a tres Reyes, y mientras tanto
la noche nos distrae con sus reflejos…
la mirra, el oro, incienso a cal y canto
que deja al poeta agnóstico perplejo.©
Adoración de los pastores - Murillo

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