Anselmo es mi vecino, un gilipollas,
un bestia de los de antes, un mezquino,
un sorbo de agua sucia repentino
y amarga más que un kilo de cebollas.
Te canta las cuarenta mientras folla
gritando a todo trapo con Rufino,
un chino que no pasa de inquilino
y paga sus recibos con ampollas.
Se cruza por las calles de mi barrio
y a veces me saluda con retranca
fingiendo ser cumplido y refinado.
Con tal calamidad de vecindario
dan ganas de mudarse a Salamanca
mandando a hacer puñetas el pasado.
Estrambote:
También está la vieja del visillo
que paga sus pecados solo a plazos,
experta en cotilleos y embarazos
rezándote el rosario en los pasillos.©
Trece Rue del Percebe, Francisco Ibáñez.
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