Un sábado cualquiera, un trago amargo,
un sol en mi tormenta de agua fría…
Las noches son eternas con María
si sueñas con sus besos por encargo.
Un cántaro se rompe y, sin embargo,
mis versos se adormecen, señoría…
Los cuentos que me cuentan, yo diría,
que mienten y despiertan de un letargo.
Sus manos son puñales que me clavan
secretos de su alcoba, entre sus labios
me entrego por completo a su pasión.
Mis fábulas terminan como acaban,
rompiendo por completo el desagravio
que embruja el sortilegio y la ilusión.©
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