viernes, 11 de enero de 2019

AMIGA MÍA ..


AMIGA MÍA …

                Dicen los que saben, que se hace camino al andar. Supongo que la misma teoría se puede aplicar al resto de las cosas, de la vida. Comenzar a escribir puede llegar a ser parecido. Porque cuando ni siquiera las musas te visitan, siempre hay algo o alguien que no falla y que te acompaña en todo momento. Muchas veces no distingues su rostro, sus manos, su figura desafiante ante ti pero a la vez fiel, como una sombra que no se aparta de ti.

                    Ella ha bailado contigo y en los momentos más felices ha surgido como de la nada para recordarte que está ahí. La has odiado y a la vez la has necesitado cuando todo parecía perdido.

                  Ella ha cantado contigo las canciones que más huella te dejaron y que han marcado de alguna manera tu forma de ser. En esos momentos te gustó hallarla, y quizá es cuando con más claridad divisabas su boca recitando esas letras al compás del viento, del ruido en las ciudades o en las tormentas de verano.

                  Ella ha reído contigo en los momentos felices, en aquella adolescencia que ahora parece tan lejana, cuando te enamoraste por primera vez, cuando iniciabas tus primeros viajes para descubrir este mundo y a la vez, aprendiendo de esta vida tan cruel y en ocasiones, tan maravillosa.

                  Ella ha llorado contigo y sin que tú lo sepas, cuando la tristeza te acosaba. Te ha limpiado las lágrimas y te ha hablado como lo hubiera hecho tu madre cuando llegabas desconsolado en busca de sus brazos.

                  Sin darnos cuenta habita en todos los lugares y donde menos te lo esperas; cuando estás rodeado de amigos, en un concierto de rock, en una cafetería o incluso en el momento de compartir el amor con tu pareja.

                  Ella ha compartido los mejores libros contigo y tus mejores versos surgieron cuando las malditas musas aparecían como un haz de luz, centelleantes y tan breves, que no adivinabas a entender su mensaje. Entonces ella no fallaba, estaba ahí, contigo, consiguiéndote las palabras adecuadas con su ritmo singular para ese maldito poema.
                 
                  Algunas noches, al venir de un recital, siento que me persigue alguien. No estoy seguro y miro hacia atrás; mientras, la recuerdo y me tranquilizo. Siento sus pasos cerca de mí e incluso hablamos de nuestros problemas, de aquella canción que tanto te ha gustado, de aquel verso tan especial que has escuchado, de esos abrazos que has sentido con los amigos y de la historia tan bonita que vivimos juntos.

                  Y mientras subes las escaleras de tu casa, cierras la puerta y te pones cómodo, también sigues pensando en ella. Sabes que la vas a ver y que te la vas a encontrar de nuevo. Descorcharás una botella de vino, vas a encender un cigarrillo y vas a poner tu disco favorito de aquel cantautor que tanto te gusta. Es tu amiga y lo sabes. Te abrazará rodeado de ausencias y en silencio tendrás la certeza de que te cuenta mucho, más de lo que imaginas.

                  La recordarás silenciosa pero leal, bella como ninguna, vagando por todos los rincones de tu casa y querrás dedicarle amor eterno. Como el que ella te dedica a ti.

               Me complace llamarla por su nombre. Sé que a ella siempre le gustará:

               SOLEDAD.
 ©

                 

lunes, 7 de enero de 2019

MÚSICA

Cruzando sigue veloz mi pasado,
Los montes y barráncos de mi vida,
Huyendo por las lomas he olvidado
Que un dia fuiste niño en la partida.

No todo está perdido, buen soldado;
Las sombras, mentiras, viejas heridas
Ya sólo te hacen sentir arrugado.
Soñé mis pesadillas advertídas.

Oírte siempre y verte es un regalo,
Camíno recordando siempre al andar,
Buscando equilibrio cuando resbalo,

Sentir la soledad, correr y cantar,
Mirar al infiníto, al que señalo.
La música jamás deberá faltar.