Un pobre que regala sus poemas
Un rico que te cuenta sus problemas
El virus que persigue nuestra muerte.
Un “quiero” y un “no dejo de quererte”
Un beso que te rompe los esquemas
Un sueño y el abrazo que te quema
Y un frío corazón que me despierte.
La lluvia nos acompaña sin pausa
Ya sabes que no me importa la causa
Ni el tiempo que nos queda por vivir.
Pasó la Navidad y es utopía
Perdiste el regalo que querías
La pluma ha dejado de escribir.©
La mula y las ovejas con el buey,
Jesús en la cuna está durmiendo.
Su padre, San José enloqueciendo
leyendo ciertas sombras de Grey.
La virgen soñando con su paloma,
cambiando de canal a Telecinco,
si rimo más de una pega un brinco;
hablamos de Belén, no de Sodoma.
Si quieres, lo explico más despacio:
la estrella que ilumina de lejos
te guía por caminos separados.
Un techo es igual que mil palacios
para alguien que se deja los pellejos
sin mediar entre mirra y diputados.©
La flor blanca que nunca se marchita,
la luz brillante y ciega de un farol,
el ritmo visceral de un Rock and roll,
las curvas de tu cuerpo favoritas.
Las leyes del embudo que levita
un buen exceso de colesterol.
Sin bragas y a lo loco, descontrol
en casa de mi hermana Afrodita.
El viejo ermitaño va de fiesta
y la piel como siempre está dispuesta
a perder las arrugar de un tirón.
A mí la Navidad no me sorprende,
maté por sorpresa al puto duende
que más que pequeñín era un cabrón.©
Recuerdos por costumbre olvidados,
guardados en cajones de madera
perdiéndose en el tiempo, si supieras
la vez que sin quererte te he pensado.
Las nubes que sin lluvia han llorado
los versos que leí por primavera,
creyéndome don Juan a la primera
dos hostias me llevé por descontado.
Me pierdo cuando vuelas demasiado,
el vértigo a veces me emborracha
y sueño con tus besos de mentira.
Despierto sin tenerte a mi lado
echando muy de menos la muchacha
que siempre a medianoche me inspira.©
