viernes, 26 de abril de 2019

ÁNGEL CON ALAS NEGRAS


(Homenaje al 20º aniversario de "19 dias y 500 noches)




Buscando el mes de abril, aquí me encuentro,
citándole por fin, en cada verso,
brindando por usted, gentil maestro;
dispongo de mi tiempo, y universo.

 Ahora que también lo niegas todo,
ahora que no vives tan deprisa,
ahora que recuerdas viejos lodos,
ahora que leemos tu sonrisa.

Torero de sonetos en las ventas,
templando esta canción; tus diecinueve,
mis días, corazón, y tus quinientas,
mis noches; viva rumba que conmueve.

 A Barbi dedicaste una canción
bajando al triste infierno por atajos.
Buscaste en Magdalena una pasión
brindando por la vida y su trabajo.

Dieguitos y Mafaldas, tu Argentina
de amores bien queridos, Bombonera
de vientos  mal curados, que adivinan
pasados de un futuro en tu chistera.

Cumplir cada momento más sin prisas,
restando y no sumando a cada año,
bailándole a la muerte sin camisa,
cantando al escenario, como antaño.

Celebro tus setenta primaveras
bebiendo tus sonetos “Quevedianos”,
tu rima y las verdades por bandera,
los versos más punzantes en mis manos.

  Al bar de mis pecados he querido
tomar mis tristes penas por vencidas,
dejándolas donde habita el olvido,
perdiendo como siempre la partida.

Audaz escultor de la madrugada,
cerrando por derribo mi soledad;
¡desnudas corazones, camarada,
que a veces se amedrantan con la edad!.

Y mientras Manolete cuadra al toro,
dibujas “Garcilasos” con templanza.
En estos simples ripios yo te imploro,
pues eres importante en mis andanzas.





Joaquín Palomar Parra
©



martes, 23 de abril de 2019

MIS SILENCIOS

Quedé sordo gritando a mi destino
Dejando de buscar en mis silencios
Las voces que confunden mi camino,
Sonidos que despiertan mi desprecio.

La vida es el ruido que adivino,
Los gestos de tus manos que presencio,
Benditas intenciones que imagino.
"Maldita sea mi estampa", yo sentencio.

Escribo maldiciendo mi sordera,
La mísma que es misterio y dilema,
La puta que se esconde y me espera.

Si nunca me acostumbro al problema
Tendré siempre el miedo por barrera
Mintiendo y refugiandome en poemas.

sábado, 20 de abril de 2019

UN VINO TINTO

Sueños que se esconden tras ilusiones,
Mentiras disfrazadas de verdades,
Te engañas escuchando tus canciones
Y bailas abrazando soledades.

Palabras que desnudan tus pasiones,
Las penas no entienden de piedades.
Te guardo como muestra dos botones
Corazas que construyo sin maldades.

El miedo se apodera de mis ojos.
No encuentro la salida al laberinto,
No tengo la llave que abra el cerrojo.

No puedo darle vida a este instinto,
De mi alma solo quedan los rastrojos
En un triste vaso de vino tinto.
 ©

viernes, 5 de abril de 2019

¡"TEBEO", Y NO LO CREO!


¡“TEBEO”, Y NO LO CREO!

Erase una vez, un cuento pintado
de personas infelices y raras
que provocaban muy de vez en cuando
que en la página de un libro soñaras.

Habitan el trece rue del Percebe,
Comparten sus miedos y soledades
y forman lo que llamamos “la plebe”,
con sus rutinas y con sus verdades.

Podrías cruzarte con Rompetechos
y así confundirte contigo mismo,
intentar remitirte a los hechos
en que solo divisabas tu abismo.

Reflejarte en el agente Anacleto
y querer averiguar lo imposible.
Muchas veces es mejor ser discreto
que inventarse mentiras inservibles.

 Al subir escaleras nos recibe
Un servil mayordomo: Sacarino.
Sus despistes recuerdan al que escribe
y al botones que creo, adivino.

Se abrazan Pepe Gotera y Otilio
con luces y arcoíris de colores.
Celebran su “bodorrio” con delirio,
sin chapuzas que escondan los rumores.

En el tercero, las hermanas Gilda
sueñan con ver a su príncipe azul.
Los necios, de feministas las tildan,
la ignorancia siempre unida al gandul.

En el cuarto viven los Cebolleta
con su puerta cerrada a cal y canto,
esperando, y haciendo la maleta,
un embargo del piso, mientras tanto.

Juegan Diógenes y Pocholita,
corren Zipi y Zape por los pasillos
ajenos a su abuelo cuando grita:
¡“que se estén quietos ya estos chiquillos”!.

En el quinto, Filemón se prepara
buscando el trabajo que le tiente.
Un “ERE” organizó por la cara
un tal superintendente Vicente.

Mientras tejen los trajes de carnaval,
Mortadelo , Superlópez  quiere ser.
Pensaba convertirse en todos, tal cual,
disfrazando sus tristezas al llover.

Mas saben siempre al caer la noche,
que son muy felices, que es lo que cuenta,
que la vida no es ser un fantoche,
la alegría se tiene o se inventa.

Se acaba este cuento pintado;
Brindad por la emoción de estar vivos,
nunca digan, “colorín, colorado”,
porque siempre nos sobran los motivos.


Joaquín Palomar Parra
©