Cuando veas su puerta semiabierta
echándole de menos y de más,
no quieras provocar a Satanás…
las reglas de su juego son inciertas.
Mantente bien despierta y en alerta
callando y apartando lo demás…
sus manos no desprenden un “jamás”
y pueden que en un ángel te convierta.
No mires a sus ojos, no le tientes…
el ruido no le deja marcha atrás.
Tus ganas no son más que un accidente
y sabes que en su cama morirás.
Él siempre quiso besos en la frente:
si juegas a besarlo, ganarás.©