¡“TEBEO”, Y NO
LO CREO!
Erase
una vez, un cuento pintado
de
personas infelices y raras
que
provocaban muy de vez en cuando
que
en la página de un libro soñaras.
Habitan
el trece rue del Percebe,
Comparten
sus miedos y soledades
y
forman lo que llamamos “la plebe”,
con
sus rutinas y con sus verdades.
Podrías
cruzarte con Rompetechos
y
así confundirte contigo mismo,
intentar
remitirte a los hechos
en
que solo divisabas tu abismo.
Reflejarte
en el agente Anacleto
y
querer averiguar lo imposible.
Muchas
veces es mejor ser discreto
que
inventarse mentiras inservibles.
Al
subir escaleras nos recibe
Un
servil mayordomo: Sacarino.
Sus
despistes recuerdan al que escribe
y al
botones que creo, adivino.
Se
abrazan Pepe Gotera y Otilio
con
luces y arcoíris de colores.
Celebran
su “bodorrio” con delirio,
sin
chapuzas que escondan los rumores.
En
el tercero, las hermanas Gilda
sueñan
con ver a su príncipe azul.
Los
necios, de feministas las tildan,
la
ignorancia siempre unida al gandul.
En
el cuarto viven los Cebolleta
con
su puerta cerrada a cal y canto,
esperando,
y haciendo la maleta,
un
embargo del piso, mientras tanto.
Juegan
Diógenes y Pocholita,
corren
Zipi y Zape por los pasillos
ajenos
a su abuelo cuando grita:
¡“que
se estén quietos ya estos chiquillos”!.
En
el quinto, Filemón se prepara
buscando
el trabajo que le tiente.
Un
“ERE” organizó por la cara
un
tal superintendente Vicente.
Mientras
tejen los trajes de carnaval,
Mortadelo
,
Superlópez quiere ser.
Pensaba
convertirse en todos, tal cual,
disfrazando
sus tristezas al llover.
Mas saben siempre al caer la noche,
que
son muy felices, que es lo que cuenta,
que
la vida no es ser un fantoche,
la
alegría se tiene o se inventa.
Se
acaba este cuento pintado;
Brindad
por la emoción de estar vivos,
nunca
digan, “colorín, colorado”,
porque
siempre nos sobran los motivos.
Joaquín Palomar Parra
©
©
No hay comentarios:
Publicar un comentario