viernes, 5 de abril de 2019

¡"TEBEO", Y NO LO CREO!


¡“TEBEO”, Y NO LO CREO!

Erase una vez, un cuento pintado
de personas infelices y raras
que provocaban muy de vez en cuando
que en la página de un libro soñaras.

Habitan el trece rue del Percebe,
Comparten sus miedos y soledades
y forman lo que llamamos “la plebe”,
con sus rutinas y con sus verdades.

Podrías cruzarte con Rompetechos
y así confundirte contigo mismo,
intentar remitirte a los hechos
en que solo divisabas tu abismo.

Reflejarte en el agente Anacleto
y querer averiguar lo imposible.
Muchas veces es mejor ser discreto
que inventarse mentiras inservibles.

 Al subir escaleras nos recibe
Un servil mayordomo: Sacarino.
Sus despistes recuerdan al que escribe
y al botones que creo, adivino.

Se abrazan Pepe Gotera y Otilio
con luces y arcoíris de colores.
Celebran su “bodorrio” con delirio,
sin chapuzas que escondan los rumores.

En el tercero, las hermanas Gilda
sueñan con ver a su príncipe azul.
Los necios, de feministas las tildan,
la ignorancia siempre unida al gandul.

En el cuarto viven los Cebolleta
con su puerta cerrada a cal y canto,
esperando, y haciendo la maleta,
un embargo del piso, mientras tanto.

Juegan Diógenes y Pocholita,
corren Zipi y Zape por los pasillos
ajenos a su abuelo cuando grita:
¡“que se estén quietos ya estos chiquillos”!.

En el quinto, Filemón se prepara
buscando el trabajo que le tiente.
Un “ERE” organizó por la cara
un tal superintendente Vicente.

Mientras tejen los trajes de carnaval,
Mortadelo , Superlópez  quiere ser.
Pensaba convertirse en todos, tal cual,
disfrazando sus tristezas al llover.

Mas saben siempre al caer la noche,
que son muy felices, que es lo que cuenta,
que la vida no es ser un fantoche,
la alegría se tiene o se inventa.

Se acaba este cuento pintado;
Brindad por la emoción de estar vivos,
nunca digan, “colorín, colorado”,
porque siempre nos sobran los motivos.


Joaquín Palomar Parra
©

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