La vida se compone de etapas,
más dulces o más tristes, de
nostalgia,
de simples momentos y
extravagancia,
de agarrarla fuerte por la
solapa.
Don Mario nos decía con
vehemencia:
Que el currículum son cinco
escalones:
Usted nace, sufre y de las
lecciones
aprende, ama y muere en la
inclemencia.
Querido amigo de ojos
tristes;
Tú nunca jamás te des por
vencido,
aparta tus miedos, sólo son
ruido
que juegan a vencerte y al
despiste.
Porque nada es eterno en la
vida,
ni los sueños, ni el deseo,
ni el amor,
ni la pena, ni los llantos,
ni el dolor,
ni siquiera el perdón de una
herida.
No te rindas si cedes al
fracaso,
no renuncies a luchar con
firmeza,
a dejar aparcada la tristeza,
a dejar medio lleno siempre
el vaso.
Que la distancia se mida en
abrazos,
que el tiempo no detenga la
ilusión,
que el tren no se detenga en
la estación
del disfraz que construyo con
retazos.
Porque yo, al contrario y
viceversa
me encuentro subiendo las
escaleras,
peldaños y promesas
verdaderas
del engaño y la quimera
perversa.
Que no existe rosa sin
espinas,
ni mala lluvia que cien años
dure,
ni mil verdades que por más
te jure,
ni resacas de versos, ni
pamplinas.
Sí se trata de salir
adelante,
de dejar a un lado el pasado,
de volver a un presente
olvidado,
de imaginar un futuro
brillante.
Sí se trata de que nunca es
tarde,
de caminar hacia el infinito,
de superar fangos, palmo a
palmito,
de que nunca nos tomen por
cobardes.©
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