La flor blanca que nunca se marchita,
la luz brillante y ciega de un farol,
el ritmo visceral de un Rock and roll,
las curvas de tu cuerpo favoritas.
Las leyes del embudo que levita
un buen exceso de colesterol.
Sin bragas y a lo loco, descontrol
en casa de mi hermana Afrodita.
El viejo ermitaño va de fiesta
y la piel como siempre está dispuesta
a perder las arrugar de un tirón.
A mí la Navidad no me sorprende,
maté por sorpresa al puto duende
que más que pequeñín era un cabrón.©
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