Los días de Cuaresma se disfrazan
de un fuego somnoliento, y cuesta abajo,
camino del infierno y del carajo
los miedos del pecado me amenazan.
Las sombras del olvido despedazan
recuerdos de un pasado cabizbajo…
¡me cago yo en la madre que los trajo
cuarenta veces cuando no me abrazan!
No es tiempo de quimeras ni delirios
que siembran decepción y desengaño.
Las cuentas ya no salen, son martirios
que duran para siempre y hacen daño.
Prefiero regalar la flor de lirio
a ser un pobre amante y un extraño.©
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