Bailaban ajenos a la tormenta…
la muerte en el aire y el cielo en la tierra;
un lugar quemado y robado,
el infierno sobrevuela y la vida se aleja.
Bailaban ajenos a una guerra
que estaba por venir, que nunca se fue de aquí;
las nubes al fondo reflejan la tristeza
de un tiempo borrado, de una noche sin fin.
Las balas rompiendo el aliento;
un niño se acerca a mi vera
y pregunta sonriendo
¿por qué tanto ruido,
por qué tanta pena?
No sé contestarte, pregúntale al viento…
mis ojos se llenan de lágrimas fieras
que surgen de un frío que hiela el corazón,
y el fuego cruzado se pierde en la razón
que muere con música al pie de las banderas.
La franja de Gaza, el amor en la frontera,
un desierto muy cruel y un soldado que escribe:
“no castigues mi alma que baila sufriendo
el dolor de mi herida; Israel no es un cuento
ni un verso torcido… ni una flor con espinas.
Cuando todo termine, volveré a mi trinchera”.©
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