Paseo en una negra y fria noche de invierno, el viento helado cala hasta los huesos, y sin embargo la belleza de sus calles deslumbra entre farolillos y sombras.
Los caminos se entrecruzan, como los recuerdos y las sensaciones. Desde el mirador de San Lorenzo sólo se vislumbran pequeñas luces que imitan a las estrellas. El cielo reflectado en el valle del Guadalquivir y al fondo Mágina.
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