y embarga lento la razón.
Andaluz,
no hay Dios que te conmueva
del olvido del corazón
de tu luz.
La lucha en el lamento,
forjado entre guitarras
Sin alas.
Por mucho que sople el viento,
tu fuerte mano agarra
las balas.
Malos tiempos al olivo,
no te quiere ya ni el cielo,
la lluvia,
nuestra vida, el cultivo
de tus lágrimas al suelo,
diluvia.
Los campos de madrugada
labrados de tu esperanza,
de frio,
De escarcha, hierba mojada,
donde tu vara ya alcanza,
bravío.
Paisanos aceituneros,
incansables luchadores,
sol a sol.
No te pagan con dinero
un aceite con honores,
sin farol.
Esta tierra abandonada
volverá entre cenizas,
más fuerte.
No tiene miedo a nada,
sus valores hacen trizas
la muerte.
Esta tierra resucita
como siempre, como nunca,
y es grande.
Esta tierra tan bendita
no se rinde ni se trunca,
se expande.
La alegría de sus gentes
cruza Despeñaperros
al norte.
Son abiertos, son valientes,
y os lo digo desde un cerro,
sin corte.
Desde la Úbeda de Muñoz Molina
a mi amada y bella La Carolina.
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