Los domingos son pliegues del olvido,
una siesta de sueños pintorescos,
un paseo perdido y sin sentido
donde surgen gigantes quijotescos.
Los domingos son días malheridos,
cuando nada se escapa a lo grotesco,
cuando pierdes las ganas confundido,
cuando sólo divierte lo dantesco.
Yo no quiero domingos en pijama
sin mostrarte las páginas en blanco
con las sombras que salen de mi cama.
Yo no quiero que saltes la alambrada
que separa el miedo de un barranco
que comienza y se va de madrugada.
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