A las tres, son las dos, de madrugada.
El reloj, ya no marca más las horas
de las noches que espero tu llamada,
de los besos que das cuando me ignoras.
Las agujas dibujan el momento
del desvelo de sueños encontrados
en tus manos con versos de lamento;
y en tus ojos reflejas mi pasado.
Yo no quiero jugar con mi destino,
ni tampoco mirar hacia un futuro
sin brindar con una copa de vino
que rebose deseos más impuros;
el presente es como lo imagino,
el pasado no importa ¡os lo juro!
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