y siempre se abandona a su suerte.
Está escrito, le espera la muerte
y en la torre, las campanas replican.
Los panes y peces se multiplican
cuando el agua en vino convierte.
Del sueño no hay Dios que me despierte,
y sus fieles con fervor, le suplican.
Sabía que el destino es su cruz,
que jamás serviría para nada,
el pecado le sostiene la mirada,
surge en el cielo un rayo de luz
y amenaza tormenta con castigo.
No quiero creer, llévame contigo.©
©Foto Semana Santa 2010 Úbeda.
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