El sol es un apóstrofo encorvado,
un barco navegando a la deriva,
principio de este agosto sin saliva,
la yesca de tu cuerpo en el juzgado.
Escúchenme, señores del jurado:
lo juro, por activa o por pasiva,
me mata este calor que se cultiva
quemando en el infierno mis pecados.
Las tardes de lujuria son la espina
clavada y la antesala de tus juegos
en días de verano con rutina
que alejan la crisálida de tu ego.
Disfruta, ríe y baila, bailarina,
que a mí me tienes preso entre tu fuego.©