Un niño busca el sol en Palestina
y el cielo solo niega lo que esconde.
Las balas buscan sangre con inquina
y el ciego “nada sabe/no responde”.
La culpa es de la niña que camina
perdida entre el escombro y hacia donde
los mares mueren pronto y, la rutina
que siembra el mal con hambre corresponde.
El terco Netanyahu, el “hijoeputa”,
no es más que un pobre zorro miserable,
la fobia y el desprecio, la aversión.
La ONU y nuestra Europa ni se inmuta
con este malnacido que es culpable,
también la culpa es nuestra en el sillón.©

No hay comentarios:
Publicar un comentario