Un rato en neuromárketing me alivia
de instantes que se esfuman con recelo,
del fango y el estrés de un desconsuelo
que siembran la miseria y la codicia.
Me libro de las risas pontificias
que sientan mala cátedra y revuelo,
lo atroz de una amistad que es un camelo
si niegas ser palmero en su milicia.
No juego al ajedrez desde hace años,
me embarco en ciertas sornas aburridas
en busca de un instinto personal.
No sé ni cuándo es mi cumpleaños,
ni pienso haber ganado la partida
buscando ser un buen profesional.
Estrambote:
El tiempo pone a todos en su sitio
y vuelve y nos devuelve lo sembrado,
a veces se vislumbra el precipicio,
no quedan más salidas, ni un resquicio
que ser culpable, juez y tu abogado.©