Es mentira que exista un virus: no es más que una estrategia rocambolesca para maniatar al ser humano, por medio de un microchip, que nos hará más manipulables, si cabe, ante el poder económico y la inevitable globalización del comercio y sus flujos financieros.
Es mentira que esos pequeños cristales de hielo agrupados en copos, que caen, como consecuencia del fenómeno meteorológico que provoca el frío, las bajas temperaturas y la humedad, sea nieve. Es una sustancia infecciosa compuesta por plástico, que trata de amedrentarnos y evitar que salgamos de fiesta y de esa manera caer en la algarabía que anuncia que el final del mundo está próximo, y que no debemos desaprovechar nuestros últimos días.
Es mentira que la subida de la luz, tan esencial durante el invierno para la calefacción y para poder confinarnos de una manera más cómoda en casa, sea provocada por la privatización del sector eléctrico, por parte de los dos partidos políticos que facilitaron su maniobra, evitando que haya un control público de los precios y haciendo inaccesible esta necesidad a millones de familias. No, amigos. La culpa es del coletas.
Es mentira que, durante horas y horas, los medios de comunicación sólo emitan y debatan las noticias que a ellos les interesa, o las que, a un sector determinado de televidentes, les interese oír. Es mentira que nos dejemos llevar por sus directrices, y que nos creamos continuamente sus bulos. Ellos sólo trabajan para una patronal que controla, no sólo el sector financiero del país, sino también el económico y el social.
Es mentira que estemos cansados de llevar mascarillas y guardar distancia entre nosotros. Es mentira que salgamos a aplaudir por solidaridad. Todo es mentira.
La única verdad que nos invade, es que no aceptamos la realidad porque somos cobardes y porque tenemos miedo. No somos capaces de dar un paso hacia adelante y encarar la verdad; por ello nos refugiamos en lo que nos cuentan, y no salimos a buscarla. La vida es mucho más sencilla de lo que parece, y está ahí, con la mano tendida, esperando tu llegada.
Como dijo un gran poeta: “sólo hay una cosa peor que una mentira, y es que haya gente dispuesta a creerla”.
Sed buenos…
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