El flaco quijotesco de las rimas
confiesa por los cerros sus canciones,
boleros que bailaba con mis primas
volando con los pies mis tentaciones.
Guitarra con su voz desangelada
que niega la verdad con melodías,
no dejes de sonar mientras la nada
se llene con tus versos y alegrías.
Los siete crisantemos se marchitan
con cuentos sin Dieguitos ni Mafaldas.
Tus blancos pentagramas necesitan
mil versos que se claven en mi espalda,
y estrofas que se esconden cuando gritan
a ciegas por debajo de su falda.©
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