Un dos mil veinticuatro que es bisiesto,
un golpe al corazón, una escalada,
un reto a la razón y, por supuesto,
un beso a la distancia inadecuada.
Un giro inesperado, un manifiesto,
un ángel sobrevuela la fachada,
un niño que al nacer busca un pretexto
que frene el exterminio de la nada.
Subimos escaleras sin saber
a dónde llegaremos, porque el cielo
es un lugar cerrado para el odio.
Y luego, cuando es tiempo de volver,
buscamos en el suelo el desconsuelo
que siembra la codicia en episodios.©
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