que cruzan el río Guadalquivir,
deshojas margaritas y promesas
y olvidas secretos por descubrir.
Imagino ingenuo que regresas
al tiempo que nos queda por vivir,
tus manos son un ramo de sorpresas,
tu piel, un soneto por escribir.
No juegues a perderme, corazón,
no siempre me sonríe la razón;
confundo muchas veces mi apetito
con besos y caricias de grafito.
Y escribo dibujando tu sonrisa,
despacio, para amarte más deprisa.©
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