La piedra sin tallar de San Lorenzo,
testigo de historias tristes con misa,
fugaz de versos cortos y las prisas,
de cuadros con espejos en el lienzo.
Miradas que se pierde en la fuente
que surge del recuerdo transitorio.
Sus naves convierten el auditorio
en música que evade del presente.
El muro del silencio no te engaña,
escala con tesón la espadaña
y el tiempo nos regala su verdad.
El barrio de mi pueblo alfarero
recibe por los cerros al viajero
que sueña con volver a su ciudad.©
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