La utopía del verso en tus labios
recuerda tristes besos de mentira,
revela los momentos que me inspira
a fuerza de escribir con desagravio.
No guardo la razón ni el argumento
que cumple mi propósito de enmienda,
a veces mi pesar me recomienda
que deje de morir en el intento.
No siempre mis poemas de domingo
aciertan pleno al quince y el bingo.
No existen las musas tentadoras
que siembran vieja suerte en la aurora,
me dejan atrapado y prisionero
contando con los dedos un “te quiero”.©
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