El frio de
las calles solitarias,
el cuarto
donde pasas todo el día,
el libro
donde guardo mis plegarias
los besos de
tus labios todavía.
El miedo es
el escudo del alma.
No quiero
que me valga con valerme
ni juego con
que pierdas más la calma,
ni apuesto
por que dejes de quererme.
Trincheras
de una guerra contra nadie,
de luchas y
estornudos a muerte,
de virus con
coronas de flaqueza.
De un sol
que esperamos que irradie
las ganas de
mi sombra de ir a verte,
de un brindis
del deseo con cerveza.
©
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