de este
enclaustro fatal y obligado,
del cristal
mojado mientras llovía
de peceras
con peces confinados.
Del potaje
de “papas” con judías,
del libro que,
por fin, me ha llegado,
de soñar
contigo mientras dormías.
¡No nos
quite este virus lo bailado!
Pero jamás, no,
perderé la cuenta,
de coreografías
en pijama
al ritmo
vals de esta larga tormenta.
Las cifras
ya no esconden el drama
de este amor
con cruzada violenta.
La trinchera
se convierte en tu cama.
©
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