Al final de
esta pandemia
y después de
lo vivido,
guardemos lo
aprendido,
que el
tiempo siempre premia
al exento de
blasfemia,
al amigo que
te cura
y te quiere
con locura,
a la madre
que te llama,
a los días en
pijama
en los ratos
de lectura.
Aprendamos esta
lección,
apreciemos lo
valioso
de este
claustro forzoso.
Inventemos
una canción
que llegue a
la conclusión
de elevar a
proeza
las victorias
con tristeza.
No desistas,
buen amigo
que siempre
estoy contigo
en instantes
de flaqueza.
©
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