La lluvia en
un Domingo de Ramos,
la pena en una
rama de olivo,
maletas que
preguntan si nos vamos,
las dudas
que me matan cuando vivo.
Los lunes,
martes y miércoles santos
ya sólo se
consumen con pecados,
en una Santa
Cena con tu encanto
y en una
vasta cama confinados.
Ahora la
procesión va por dentro,
Jueves Santo
revuelto y sin corbata,
Viernes
Santo de viles desencuentros.
Coronas y
espinas de hojalata,
la vida resucita en el centro
de un domingo sin misa y con postdata.
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