Normalidad
extraña y pintoresca
que espera
mundana e impaciente,
que volvamos
sin remedio y a la gresca,
disparando
al blanco y en la frente.
Una nueva
normalidad maldita
que dista y separa
a los amantes.
La tragedia
final, jamás escrita
envuelta en mascarillas
y guantes.
Sin triste
temor a equivocarme,
este azote
es un mal pasajero;
Porque yo no
pienso acostumbrarme
a guardar la
distancia que no quiero.
Yo prefiero,
sin duda, engañarme
a la suerte
de un abrazo sincero.
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