SABINA POETA.
Para empezar a hablar de la
poesía de Sabina habría que remontarse en sus comienzos y en su primer contacto
con éste género, que sin duda lo tuvo en su padre. Jerónimo Martínez Gallego
era muy aficionado a los poemas y Joaquín considera una herencia esta forma de
escribir y su amor a los versos. Se dice que la correspondencia entre ellos se
hacía de esta manera.
Ya cursando sus estudios
universitarios en Granada conocerá a Pablo del Águila, que a priori, será sin
duda un referente en su evolución poética. Muchos nombres han formado parte e
inspiración en la obra de Sabina, tanto en sus versos, o como ya luego,
plasmados en sus canciones. Pablo Neruda, César Vallejo, Julio Miranda, Antonio
Machado, Rafael Alberti, Ángel González, Fray Luis de León, Manrique….
En aquella época colabora en
revistas culturales como “Poesía 70” o “Tragaluz”, junto a Luis Eduardo Aute y
Carlos Cano entre otros.
En su primer disco, los
poemas de Machado y Neruda cobran una gran importancia. Realiza una adaptación
de algunos de estas obras con letra y música propia de una manera magnífica.
Por ejemplo, “Mi generación” es una letra de una canción que luego publicó con
otro nombre, y que estaría incluida en la que ya, en 1976 sería su primera obra
poética: “Memorias en el exilio”..
Alguno de los versos de este
libro donde resume magistralmente la labor de escribir;
Sentarse
en una mesa
Coger
papel y pluma
Encender
un cigarro
Elegir
al azar un libro del estante
Acariciar
con indolencia el lomo
Recostar
cuidadosamente la mejilla
En
el dorso de la mano
El
codo en el tablero
En
actitud pensante
Cagarse
en las palabras
Poner
algo de Mozart a ver si echa una mano
Recordar
un domingo con sol tras los visillos
Decir
tres veces mierda
Levantarse
con furia
Bajar
las escaleras
Abrir
la puertecilla del retrete
Arrojar
el papel hecho una bola
Tratar
de mear dentro
Como
exige el letrero en tres idiomas
Decir
amén Jesús
Abotonarse.
¿Pero cuál sería el papel
del maestro Sabina? ¿Poeta? ¿Cantante? ¿Contador de historias en versos?
¿Letras y música? Joaquín sabe como nadie mezclar el lenguaje callejero con las
más sutiles y delicadas palabras para crear poemas con un gusto exquisito. Muy
estricto en las reglas, (cuida meticulosamente la rima, el ritmo, los
endecasílabos), es capaz de reflejar una historia dramática en unos pocos
cuartetos. Tiene ese “don” y esa facilidad para transmitir y comunicar con
belleza y armonía. La poesía dice demasiado en muy poco espacio de tiempo, y en
eso, Sabina es todo un especialista.
Sin embargo, reconoce el alguna
ocasión que no es el tipo de escritor que ante un folio en blanco comience a
escribir sin más, sino que necesita de algún modo, una historia, un momento o
una inspiración que le haga llegar al objetivo de plasmar en versos sus nuevas
ideas.
Publica varios libros, como
“De lo contado y sus márgenes” (1986), “Con buena letra” (2002)… Pero es
“Ciento volando de catorce” (2001) su obra cumbre. Un libro de sonetos en el
que ensalza el humor canalla, cita poetas, amigos, artistas, maldiciendo y
bendiciendo épocas pasadas y presentes. También utiliza el soneto como vehículo
hacia la verdad y el amor, no sin renegar y admitir realidades amargas y
situaciones grotescas.
Muchos de estos sonetos se
convirtieron en canciones. De hecho, no hace mucho tiempo, se publicó uno de
los mejores discos sobre la canción de autor editado hasta ahora. “14 ciento
volando de 14”, de su buen amigo Pedro Guerra. En este disco colaboran, además
del propio Pedro y Joaquín, Enrique Bunbury, Víctor Manuel y Ana Belén,
Estrella y Soleá Morente, Fito Cabrales, Amparo Sánchez, Aute, Silvio
Rodríguez, Serrat, y tantos otros.
Y como muestra, “un botón”.
Un magnífico soneto con el que Joaquín expresa lo que para él es escribir
poesía, manifestarse en verso y sacar lo mejor de sí mismo ante un folio en
blanco;
Un
soneto me exige este cuaderno
Que
mancille su blanco sobrehumano,
Pobre
de mí rimando con invierno
Porque
no sé rimar con el verano.
El
caso es que me excita el ten con ten
De
las páginas vírgenes de tinta,
De
las metáforas que huelen bien,
Del
andén de los trenes de mi quinta.
Con
la sequía que resta por vivir
No
es cosa de escribir por escribir
Alimentando
sílabas vacías.
Se
trata de beber sin vomitar
Se
trata de crecer sin olvidar
Los
por qué, los quizás, los todavía.
(Madrid,
septiembre 2004)
Sus colaboraciones en
revistas como “Interviú” (Esta boca es mía), o periódicos como “Público”,
entonces en su edición de papel (El grito en el suelo), y ahora en “Info
Libre”, en forma generalmente de cuartetos, dibujan y desmenuzan una actualidad
social y política de una manera locuaz, íntima, y sin abandonar su habitual
sarcasmo y humor.
Y para terminar este
artículo, me he permitido el lujo y el atrevimiento de escribir unos versos
dedicados al maestro y a mis amigos sabineros:
Al Sabina que canta, al poeta
Figura
quijotesca y guapo bombín,
Al
que su ciudad, digamos que por fín,
Le
reconoce en su tierra, profeta.
Al
flaco, que del drama a la fiesta
Sabe
crear versos y hacerme feliz,
Por
los cerros de tu gente, a que sí,
Ven por tu medalla, lúcela
puesta.
Ni
su amada Adela, ni el comisario,
Se libran juntitos de bailarte
al son
“diecinueve días, tus
inventarios”.
Entre
Dylan y Cohen juegas tu rol,
Los
peces de tu ciudad, tus acuarios,
Mis amigos, siempre, Peor para
el Sol.
JOAQUÍN
PALOMAR
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